SARIRI: LAZOS DE SANGRE EN EL CORAZÓN DEL DESIERTO
Escrito por: CLAUDIO

El desierto tiene mil historias que narrar, y no precisamente con un final feliz ni sobre vidas extraordinarias. Muchas de esas historias están protagonizadas por personas comunes y corrientes, todas respirando la aridez de una biósfera situada a mil kilómetros de todo y en plena nada. Y gran parte de esas historias tienen como personaje principal a la mujer, desde la niñez rodeada del naranjo rojizo del desierto hasta la pubertad y adolescencia que las hace añorar la libertad, muchas veces apuntando a un horizonte con más incertidumbres que certezas.
La nueva película de Laura Donoso aborda una realidad tan cotidiana como abrumadora en el suelo más estéril de nuestro país y, por qué no, de todo el hemisferio sur del globo. En el pueblo ficticio de La Lágrima, «Sariri» relata la historia de dos hermanas. Dina, mayor, quien a sus 16 años debe lidiar con un embarazo no deseado y cuyo objetivo está en escapar hacia el mundo exterior. Sariri, la hermana menor, a sus 11 años experimenta su primera menstruación, por lo que las tradiciones que rigen en el pueblo la obligan a viajar sola por el desierto. Ambas hermanas sufren los embates de una realidad extrema, donde las convenciones patriarcales imperan con una naturalidad a veces escalofriante
Tanto como la fotografía que nos permite apreciar hasta el más mínimo detalle o el montaje que se toma su tiempo en cada punto del relato, es menester resaltar la atmósfera. Lo sofocante que puede ser la vida en el desierto para muchos de nosotros, es una constante con la cual deben lidiar quienes siquiera piensen en averiguar qué hay más allá de un hábitat donde la línea entre la tradición religiosa y la superstición se diluye con facilidad. Esa bruma de polvo y tierra que Dina (Catalina Ríos) busca abandonar a toda costa, incluso exponiendo su integridad. Por el lado de Sariri, el nombre de la película refleja la inquietud de aquellas mujeres que se respaldan en el silencio ante los miedos que rondan ante la soledad y las normas infranqueables de una sociedad que no ve más allá de otras posibilidades.

La narrativa de «Sariri» destaca por tomarse su tiempo entre momentos, siempre manteniendo la tensión cuanto tiempo sea suficiente. Nos permite apreciar el contexto geográfico y social de un lugar que se basta solamente de la minería como sustento, así como de la enormidad del desierto que Sariri recorre mientras pone un ojo en el camino y el otro en las dudas sobre el futuro, su futuro y el de su hermana. Y es ahí donde la visión de Laura Donoso, enfocada en los lazos de sangre como hilo conductor, se traspasa a un desarrollo donde la esperanza y la desesperación van de la mano, culminando en un desenlace que se basta de lo mínimo en recursos y el uso acertado del lenguaje audiovisual para exponer una realidad persistente y, digámoslo, desoladora.

La gran virtud de Sariri en su propósito, es que no recurre al discurso fácil para la galería, sino que expone sin tapujos una naturaleza política. Su sentido de denuncia no se inclina a lo obvio, sino que surge mientras de a poco ponemos atención en los detalles. Y es que, de acuerdo a sus realizadores, la realidad cotidiana en la tierra yerma alberga -e inspira- historias de libertad con un alto costo personal. Mucho más en una sociedad patriarcal que se aferra a ciertas creencias y confunde la enseñanza con el castigo. Y eso es lo que hace de Sariri, la película, un relato valiente, hermoso y honesto. Todo lo que aflora en nuestra humanidad cuando los lazos de sangre acarician el alma en plena búsqueda de libertad. Un milagro como las flores en el corazón del desierto.
